15 de octubre de 2010

Universo Personal

Ella estaba sentada una tarde de primavera, mirando a través de la ventana; el sol bañaba su imagen. Era una de esas tardes que te incitan a reflexionar sobre ciertas cosas...si, una de "esas" tardes.
Se miró por un momento las manos y pensó que estaban un poco arruinadas por el ejercicio de la música, pero le restó importancia. Luego volvió a mirar por la ventana y después tomó un pequeño espejo que tenía a su alcance y observó a través del él su mirada y el resto de su rostro, aunque eso tampoco era importante; eran simples acciones, autómatas, que no acompañaban su pensamiento.
En su pensamiento existía todo un universo, rico e inmenso, que podía llegar a lugares insospechados, aún no descubiertos, aún no recorridos y que posiblemente nunca descubriría totalmente; tal vez moriría sin haberlos descubierto a todos.
Pues en esa tarde de sol dorado, ella estaba inmersa en ese universo personal y privado que no muchos conocían; ¿por qué no muchos lo conocían? se preguntarán algunos... Se podría decir que todo dependía de la confianza ganada en ella, un regalo precioso que no daba a cualquiera y no nos confundamos, no era porque se sintiera superior a los demás, simplemente así lo sentía, sentía a quien podía confiarle la entrada a ese universo tan propio y secreto y a quienes estaba vedado ese camino.
Ese mundo lo podríamos caracterizar como uno lleno de matices y contradicciones. Matices por la variedad de ideas y pensamientos que allí circulan, también por lo polifacético de sus dimensiones. Contradictorio, por el choque entre los elementos que allí conviven.
Ella lo admitía: no era sencillo ser dueña de ese universo propio, muchas veces le pesaba, otras tantas la satisfacía y la mayor parte del tiempo la hacia sentírse cómoda y tranquila. Eran emociones encontradas en más de una ocasión, pero esa dialéctica era su mecanismo principal.
Lo que siempre se escucha en este mundo es una melodía, constante, pero que varía de acuerdo al estado de ánimo de ella; a veces es tranquila y dulce y en otras circunstancias es melancólica y apagada. La melodía es su esencia principal, el alimento de su naturaleza y la energía que la mueve en su andar.
La fuerza negativa que circula en aquel lugar es el miedo, es el límite de todo, la energía que mata las esperanzas y las ilusiones; siempre acecha, en cada momento de su vida como una sombra constante, siempre presente. Creo que es el elemento más temido por ella, el miedo a seguir adelante y a arriesgarse...
El sol ya se ocultó tras los cerros, tan sólo quedan los resplandores finales que darán paso a la noche. Mira por un rato más a través de la ventana, observa los árboles que se mecen tímidamente ante la suave brisa; por un momento en su mente se aquietan las ideas y el sentir ocupa su ser, pero fue tan sólo un momento...

Por Edle M. Julve



3 comentarios:

  1. De vuelta en el ruedo, ¿no?
    Es lindo perderse por ahí, tal cual.
    Y en lo relacionado con el fantasear...nunca podemos decirlo todo, por suerte; pienso que pienso que pienso que pienso que pienso




    Un beso grande CCCCCCCompañera!

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  2. Así es, Compañero!!! retornando a las letras, que habían sido abandonadas temporalmente. Gracias por comentar!!

    Besos Cumpa!!

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  3. me recuerda mucho ese universo a los bordes de la conciencia de Inception, un gran material para trabajar :) epcelente relato

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"El puntapié que me asestaste… ¿No será una opinión?"